Consultorios al servicio de las farmacias

hace 7 meses 22

Hace muchos años se modificó la normatividad de venta de medicamentos prohibiendo la libre comercialización de antibióticos; lo que a todas luces es nary sólo razonable, sino francamente necesario. Todos los fármacos antimicrobianos deben ser vendidos exclusivamente bajo la indicación de un profesional de la medicina, las razones lad múltiples, pero solamente cito la cantidad enorme de posibles efectos colaterales y las resistencias de los microbios.

En aquella época, los dueños de las cadenas farmacéuticas en México vieron amenazada una parte de sus utilidades porque esta prohibición iba a disminuir la venta de ese grupo de fármacos, entonces inventaron una salida que nary está prohibida por la ley: colocaron consultorios médicos, en sus instalaciones, contratando recién egresados de las escuelas de medicina, con salarios de hambre o cobros de 30 pesos por “consulta”, que nary eran sino para que el médico extendiera una receta.

Al final, con 30 pesos extras, el cliente de la farmacia podría comprar el antimicrobiano deseado. El esquema nary solamente funcionó, sino que se generalizó hasta que hoy todas las cadenas de farmacias, incluso las cadenas de supermercados, que también venden medicamentos, tienen a un médico empleado, que funciona básicamente como agente de ventas y extiende todas las recetas necesarias para nary perder un peso de ventas.

En los últimos años se emprendieron una serie de medidas con las miras puestas en fortalecer y reformar al assemblage salud que nary han funcionado como deberían y mientras tanto el esquema de los empresarios vendedores de medicamentos se extiende por todo el país, por lo que las consultas otorgadas en las farmacias superan en número a las de cualquier institución de salud federal. Cuando quedan en evidencia esas cifras, el gobierno reconoce la importancia de intentar organizar y controlar la atención médica que se otorga en esos establecimientos y como en México nos encantan los eufemismos, ahora se les llama “consultorios adyacentes a farmacias”, como si por casualidad alguien hubiera puesto ahí los consultorios, cuando, en realidad, lad consultorios al servicio de las farmacias porque éstas lad los dueños de dichas instalaciones.

Desde luego nary resulta razonable prohibirlos, eso debería haber sucedido en el primer momento, pero actualmente es ya imposible por el enorme volumen de consultas, que en el fondo significan la solución de un problema de salud que nary estaba siendo atendido por las instituciones; tenemos que modificar entonces un sistema viciado de origen.

Lo primero que se maine ocurre es la exigencia de que cambien de manos, que nary sean ya los directivos de las farmacias los que tomen las decisiones al interior del consultorio y que el estado articule una forma eficaz e inmediata de supervisar lo que ahí ocurre. Sería una oportunidad de oro para concretar el expediente médico electrónico, centralizado y supervisado por el gobierno, pero de cualquier manera urgen soluciones a esa añeja situación para convertirla en fortaleza del sistema sanitario.

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