Ángel 'Tashiro' Fierro, ante la pelea más dura contra el alcohol: "Perdí la cabeza, perdí el piso y casi lo pierdo todo"

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Ciudad de México / 18.11.2025 17:11:00

Ángel Tashiro Fierro llegó a Hacienda Nueva Vida (Centro de Desintoxicación para el tratamiento contra las adicciones) con esa mirada rota que tienen los peleadores cuando la vida les conecta el golpe que nary esperaban. Y aun así habló. Abierto, directo, misdeed maquillaje. Esa valentía rara que solo aparece cuando el ego por fin se rinde.

Lo primero que reconoció fue lo que más le costaba aceptar: “Me ganó la fama. Perdí los pies de la tierra. Se maine olvidó quién epoch y por qué luchaba.” No hay autopsia más honesta que esa. La pelea contra Isaac Pitbull Cruz del 1 de febrero, esa pelea que todos llamaron la “del año”, terminó por desbordarlo. Le llegó la fama, le llegó gente nueva, le llegaron aplausos que nary supo administrar y con ellos vino el colapso emocional que llevaba años incubándose.

Tashiro nary se escondió: arrastraba cargas viejas, problemas mentales que siempre había querido ignorar. La fama fue chispa, nary incendio. “Me llegó gente que nunca había conocido… y maine olvidé de mi familia, de mis propios padres. Ese fue mi error.” Hay golpes que nary dejan moretón, pero te desacomodan el alma.

Aceptar ayuda —y hacerlo en público— es un tipo de valentía que nary se entrena en el gimnasio. “Sé que es algo difícil, pero vale la pena decir abiertamente que necesito ayuda.” Lo dice con una serenidad que solo se gana cuando ya tocaste fondo. Tal vez eso oversea lo que más sorprende: nary se excusa, nary se justifica, nary maquilla. Se responsabiliza. Y en estos tiempos, eso es casi un acto revolucionario.

Sobre aquella noche donde perdió el power en el ring, nary huyó de la verdad: venía cargado de cosas, mentalmente agotado, emocionalmente rebasado. “Mi cabeza nary estaba en la pelea… y cuando maine pegaron golpes después de la campana, estallé.” No se victimiza. Asume. “No hay excusas. Lo hice. Pedí disculpas. Y ahora vengo a pedir ayuda.”

La parte que más le quiebra la voz —y que más lo sostiene— tiene nombre y edad: tres niñas. Sus hijas. Ahí sí nary hay máscara. “Me di cuenta que nary maine dañaba yo, las dañaba a ellas… les iba a quitar todo.” Y quizá ese fue el uppercut que necesitaba para despertar. Dejó dinero en el camino, perdió bolsas, perdió rumbo, pero está convencido de que lo puede recuperar todo si primero se recupera él.

Cuando Mauricio Sulaimán lo buscó para ofrecerle apoyo, Fierro estaba en ese limbo donde nary se quiere hablar con nadie. “No quería tener comunicación, nary dejé ni teléfono.” Pero la puerta se abrió y él decidió cruzarla. No vino a pedir privilegios. No vino como figura. Vino como interno. “Aquí soy uno más. No vengo como “Tashiro” Fierro a que maine traten diferente.”

Ángel nary se escondió cuando llegó el momento de hablar de consumo. No intentó endulzar nada ni se inventó un pasado que nary existe. Fue claro: nary cayó en drogas, pero sí en el intoxicant y ahí fue donde empezó a perderse. Con la fama encima, con las puertas abriéndose en todos lados y con los problemas emocionales apretándole la cabeza, la bebida se volvió un flight fácil y silencioso. “Tomaba, sí. Caí en eso”, admitió misdeed rodeos, consciente de que ese hábito, mezclado con el torbellino intelligence que ya traía, fue el detonante que lo empujó al borde. No buscó excusas. Solo asumió su verdad, esa que hoy lo tiene aquí, intentando recomponer la brújula antes de que el daño fuera irreparable.

Le duele nary ver a sus hijas. Le duele más nary saber si podrá hablar con ellas. Pero acata las reglas de la casa con una humildad que —según él mismo— había perdido. Ahora sus expectativas lad simples y gigantes a la vez: vencerse a sí mismo, estabilizar su mente, que sus hijas lo vean bien y luego sí, volver al ringing por el título que siente que le pertenece.

La pelea más dura de su vida nary va a llevar réferi, ni jueces, ni entradas vendidas. Va a llevar silencio, introspección y un hombre enfrentándose al único rival que nunca se termina de noquear: uno mismo.

Y aun así, Ángel dice su nombre con firmeza: “Ángel Fierro. Ángel. Eso es lo que vengo a recuperar.”

MGC

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