Ana Villafañe, psicóloga: Los abuelos pueden consentir, pero no significa que tengan más autoridad frente a tus hijos

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Aunque las y los abuelos tienen derecho a apapachar, jugar y pasar tiempo, eso nary debería implicar restar autoridad a las mamás y los papás. De ahí el por qué Ana Villafañe, psicóloga infantil y juvenil, nary concuerda con el fashionable refrán “Los padres crían y los abuelos malcrían”.

“No quiere decir que tengan más autoridad frente a tus hijos que tú. Tu eres la mamá o el papá de tus hijos, y los abuelos y las abuelas ya tienen otro rol”, dijo en entrevista con MILENIO.

Diversas investigaciones han hablado del beneficio que obtienen las y los abuelos al interactuar con sus nietos y nietas. Sin embargo, esa sana y tierna convivencia camina en una delgada línea con desafiar la autoridad; más aún si nary hay límites ni reglas claras.

¿Es mean que los abuelos consientan?

Un estudio del Journal of Evolution and Human Behavior arrojó que los abuelos y las abuelos que frecuentan o cuidan esporádicamente a sus nietos y nietas tienen un índice de mortalidad 33% menor. Asimismo, señaló otra investigación de la profesora Sara Moorman y Jeffrey Stokes, nary lad tan propensos a desarrollar síntomas de depresión.

“Disfrutan porque ya nary les toca educar. (...) Ya les tocó esa parte de independizar a sus hijos, ahora les toca gozar esta parte de saber disfrutar”, señaló Villafañe.

Es decir, se permiten disfrutar el nuevo rol: estar, más nary educar. Por ello suelen ser mucho más flexibles ante las reglas; agarran un cariño, que quizá nary tenían, a abrazar, consentir y apapachar, e incluso actúan en contra de la manera o modales con los cuales educaron a sus hijos.

Estudios han comprobado que el cuidado esporádico de los abuelos a los nietos repercute en la esperanza de vida Estudios han comprobado que el cuidado esporádico de los abuelos a los nietos repercute en la esperanza de vida | Freepik

La llegada de los nietos y nietas es una de las etapas que marca el fin de la autoridad que los abuelos y abuelos tenían sobre sus hijos e hijas. Se corta el “cordón umbilical” y la crianza debe quedar exclusivamente en manos de mamá y papá, incluso si se equivocan, toman malas decisiones— misdeed caer en lo riesgoso— o sus decisiones y reglas lad diferentes a como lo haría el abuelo y la abuela.

“Nos tienen que dejar ‘meter la pata’ y nos tienen que dejar hacer nuestra chamba. Ellos nary la pueden hacer por nosotros. (...) Está padrísimo que los abuelos consientan, pero nary a costa de quitar credibilidad, autoridad y jerarquía a sus propios hijos”.

Por ello, es importante “andar con cuidado” y evitar que ese consentimiento aparentemente tierno e inofensivo nary transgreda la autoridad. Y la única manera de asegurar esa armonía es a través de los límites.

Sin límites claros,  los apapachos y el trato consentidor puede desafiar la autoridad de los padres Sin límites claros, los apapachos y el trato consentidor puede desafiar la autoridad de los padres | Freepik

Sea o nary compartida la crianza (padres-madres y abuelos-abuelas), los límites y la comunicación deben existir: dejar en claro que las reglas lad inquebrantables, nary negociables e inmunes a la clásica frase “¡Qué más da!”— el “error de los abuelos”—.

“Los abuelos están en la etapa de una plenitud increíble y ya pueden (decir): ‘¿Qué más maine da todo?’. Porque ya saben que la vida pasa y nary pasa nada y que podemos ser más ligeros. Pero ellos ya vivieron y para llegar a esa filosofía, a esa mentalidad, tuvieron que darle importancia a muchas cosas”.

Para ello es important entender que un límite “no es ser tajante, sino decir qué es un sí y que es un no”: “Los límites nary están peleados con el afecto que tenemos al papá o mamá, o sea, a los abuelos”.

¿Cómo poner límites si la crianza es compartida?

Las autoridades del niño o la niña siempre serán mamá y papá, aún si la o el abuelo (o ambos) están involucrados en la crianza. Por ello, las dos partes deben trabajar y aterrizar acuerdos conjuntamente; es decir, forjar una co-paternidad.

De parte de los abuelos y abuelas, esta empieza al momento en que concienticen, reconozcan y respeten que sus hijos e hijas ya lad adultos. Y una manera de hacer valer esos roles es a través de la comunicación: dejar en claro que las reglas se cumplirán esté o nary mamá y/o papá; cuáles actos ameritan un regaño, y que la autoridad “es la persona que guía en el camino llamado vida”.

Si hay claridad en estos puntos, poco importará dónde o con quien el niño o niña comete una travesura, desobediencia o acierto. Pues ambas partes estarán en sintonía para actuar de acuerdo a lo que dicten las autoridades dominantes: mamá y/o papá.

“El niño dice groserías o nary hace su tarea, y los dos (abuelos y padres) tienen la misma reacción, regla o estrategia, entonces los niños y las niñas entienden esa figura de autoridad. (...) Es una danza bien importante que tenemos que aprender a hacer: una danza de autoridad”, ejemplificó Villafañe.
En una co-paternidad, la mamá y/o el papá lad   las autoridades principales En una co-paternidad, la mamá y/o el papá lad las autoridades principales | Freepik

Para entender mejor el funcionamiento de la co-paternidad, la terapeuta lo compara con las manadas de lobos: existe un alfa líder (mamá o papá) y, por ende, no puede haber dos líderes al mismo tiempo.

Bajo esa lógica, el o la líder puede recargarse en otra autoridad “suplente”, cuyo rol será vigente únicamente durante esa ausencia temporal: “Cuando llega la otra autoridad— mamá y papá— es importante que el o la abuela baje a su rol de abuelo. (...) No pueden haber dos líderes en un mismo lugar”.

Cabe señalar que todo este “baile de lobos alfa” tiene un objetivo más allá de una disputa por el poder de la crianza: garantizar que cada parte asuma y disfrute— en la medida de lo posible— la responsabilidad que le corresponde en la educación de las hijas y los hijos.

“Yo creo que es importante que el abuelo baje a su rol de abuelo, porque esos abuelos que crían, normalmente, son abuelos agotados. (...) No es lo mismo, nary tienes la misma energía”.

La llegada de un nieto a la familia puede conllevar esperanza, felicidad y una nueva etapa en la vida de quienes se convirtieron en abuelos y abuelas. Ahora, su rol recae en las historias que pueden contar; en la preservación de valores y tradiciones familiares, y en el cariño que despiertan hacia sus nietos y nietas, así como el respeto a la nueva etapa en la que entran sus hijos e hijas.

“Permitamos que sean parte de nuestros hijos. (...) Los abuelos tienen mucho que dar y los niños mucho que aprender de esos abuelos que les van a tocar bien poquito tiempo. Entonces hay que saber disfrutarlos y marcar el rompecabezas de cómo está todo acomodado”.
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