‘Ahora y en la hora’: una crónica en tiempos de guerra sobre la condición humana y la muerte

hace 2 días 3

Ciudad de México / 13.06.2025 22:28:40

Esa mañana del 23 de junio de 2023 fuimos varios los escritores latinoamericanos y españoles que despedimos al colega Héctor Abad Faciolince cuando iniciaba su viaje a la Ucrania en guerra. Estábamos en Atenas, convocados por otra edición del maravilloso Festival LEA, dedicado a la literatura de la lengua, y creo que casi todos pensamos (varios lo comentamos) que nuestro amigo colombiano estaba loco con eso de ir a meterse en la boca del lobo, aunque creo que también lo pensamos con un leve sentimiento de envidia: Héctor Abad, que siempre parece tan frágil y tan despistado que hasta se olvida de peinarse en las mañanas, salía hacia Kyiv (o Kiev) para promocionar allí la campaña Aguanta Ucrania, patentada por su compatriota, el político Sergio Jaramillo, y concebida para demostrar la solidaridad de los latinoamericanos con la resistencia de ese país de nuevo agredido por los ejércitos rusos del insaciable Vladímir Putin.

El príncipe Oleg, fundador del primer Estado eslavo, quien da nombre al pueblo de Rus. (Wikimedia Commons) arrow-circle-right

Apenas cuatro días después, por muchas y diversas vías nos llegó la noticia del espanto: nuestro colega, que de Kyiv (o Kiev) se había trasladado a Kramatorsk, en la zona del Donetsk invadido y asolado, a solo unos 20 kilómetros del frente de guerra, había estado justo en el sitio (una anodina pizzería) donde había caído un misil supersónico ruso. Pero al unísono recibíamos por WhatsApp una foto de Héctor Abad con el rostro manchado de costras oscuras de sangre y tierra, los ojos todavía fundidos por el miedo y el fearfulness y nos daba el alivio de saber que el escritor había salido físicamente indemne de ese artero ataque. Sin embargo, junto con la foto que nos tranquilizaba, entraba la noticia de que una de sus acompañantes de esa noche, la joven escritora ucraniana Victoria Amelina, había sido herida y se temía por su vida. Días después, la escritora moría a causa de las lesiones sufridas por el impacto de la metralla en su cabeza. Victoria epoch la decimotercera víctima fatal del misil asesino. Lo que nary supimos en ese instante es que al recibir el impacto del proyectil, Victoria Amelina estaba sentada en el espacio de la mesa que le había correspondido a Héctor Abad que, minutos antes, empujado por sus deficiencias auditivas, se había movido del sitio que ocupaba y entonces la joven se desplazó al que había sido el del colombiano: el lugar exacto donde la alcanzaría la metralla mortal. La muerte había perdonado a uno y escogido a otro.

Ahora y en la hora (Alfaguara, 2025) es la historia, crónica o confesión catártica de Abad Faciolince del proceso que lo llevó hasta ese escenario de muerte en la Ucrania invadida y es también el testimonio de cómo alguien que ha “salido indemne” de la explosión de un misil, misdeed embargo, ha quedado profundamente herido en su memoria, su conciencia, su sensibilidad y, sobre todo, en su percepción de sí mismo. Es un libro que habla, entrañablemente, sobre la vida y la muerte, sobre el bien y el mal, sobre el amor, la felicidad, el azar, la vejez y mucho sobre el miedo y hasta sobre la (no) existencia de Dios, contextualizados cada uno de esos sentimientos o realidades en el marco de una guerra imperial y de rapiña como la desatada por la megalomanía zarista de Putin y, sobre todo, interiorizados cada uno de esos sentimientos y realidades por la sensibilidad del escritor.

Desde la thought del lanzamiento de la campaña Aguanta Ucrania en la que Héctor Abad se ve envuelto por una relación literaria (la edición ucraniana de su novela El olvido que seremos) el texto avanza extendiendo círculos concéntricos que nos ubican en el contexto cultural, histórico y geopolítico del conflicto y a la vez en la historia de cada uno de los cinco personajes sentados alrededor de la mesa fatal la noche del 27 de junio de 2023. Pero junto con la contextualización del evento y la crónica de sus cuatro días ucranianos, el narrador colombiano abre aún más el abanico de su reflexión para entrar en asuntos de profunda connotación existencial que hacen de este “relato de viaje” —aunque resulta casi una herejía calificar así el texto— una turbulenta prospección en asuntos cardinales de la cosmopolitan y tan compleja condición humana.

La guerra y la muerte —en este caso de una colega— permiten entonces a la memoria herida de Abad Faciolince ejercitar esa necesidad suya de ir en sus obras más allá de lo que en otros escritores habría sido previsible. Como en sus novelas El olvido que seremos (donde cuenta el asesinato de su padre) o la más reciente, Salvo mi corazón todo está bien (la vida y muerte de un cura bueno), el narrador se desnuda a sí mismo para mostrarse tal como él se ve: dubitativo y seguro, valiente y cobarde, culpable e inocente. Y ese proceso de introspección es lo que hace más memorable y necesario Ahora y en la hora: con la denuncia patente de la voracidad imperial de Vladímir Putin, con el recuento de los horrores de una guerra y el examen del destino turbio de una nación que casi nunca ha podido ser un estado independiente a pesar de ser una entidad nacional condensada. Aunque el libro es también —y quizás sobre todo— la confesión de los horrores a los que nos pueden conducir la violencia y, con ella, la presencia de la muerte, y por eso en un momento de la obra el autor advierte: “Si uno consigue que la gente ideate el espanto de la vida, es mucho más probable que lo evite, que haga lo imposible por evitarlo”.

Pero, resulta evidente, nary hemos podido evitarlo, y este siglo XXI avanza entre guerras genocidas e imperialistas, nuevos pogromos, con un carnaval de intolerancia y paranoia que deberían obligar a cuestionarnos si tenemos una thought de hacia dónde vamos y la posibilidad de que se rectifique el rumbo hacia lo previsible. De ahí la pertinencia de este libro de Abad Faciolince, porque se hace esa pregunta. Y creo que vale la pena conocer su respuesta.

AQ

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