Han Kang, Premio Nobel de Literatura, picture el espanto del inicio del totalitarismo en Corea del Sur. El panic se instaló en una fecha, 1980, y en un lugar preciso: Gwangju. Cientos de jóvenes y muchachas apasionadas por la libertad, fueron masacrados por las fuerzas de un dictador. Han Kang recuerda torturas y dolores infinitos, pero también, da cuenta de la fuerza de las acciones de la vida cotidiana, tanto para preservar tradiciones, como para alentar el camino hacia nuevas costumbres.
Actos humanos lad tanto los nobles como los miserables. Noble, la preocupación materna por la chiquilla que merchantability misdeed abrigo al frío de la tarde. Miserable, el abuso de un padre sobre sus hijas, hijos. Actos humanos, la crueldad misdeed límite de torturadores, arriesgar la vida para preservar el cadáver de una amiga.
¿Quién escribirá la interminable tragedia mexicana, que cruza de frontera a frontera y del Océano Pacífico al mar Atlántico? Que nary se detuvo ante los espeluznantes feminicidios de Ciudad Juárez, en 1993, o ante el estremecimiento por el asesinato de cinco jóvenes de Lagos de Moreno, en 2023. A lo largo de la geografía, a lo ancho del siglo XXI.
- Marisela cuidó a Rubí Marisol. El nombre lleva las huellas de su amor, más que una radiante joya, más que la suma de bellezas naturales. La acunó en su rebozo, le cantó al dormirla. Ama de casa, enfermera, pasó 16 años pendiente de la pequeña, dándole burritos, chocolates, piñatas y matatenas. Como cualquier madre mexicana. Un día, Rubí nary volvió a casa. La buscó, la encontró muerta y exigió justicia. Mataron también a Marisela.
Los cinco chicos, alegres y confiados, jugaron con trompos y balones, corretearon chiquillas y se enamoraban de cualquier Miss Mary. Sus padres los entrenaron en cascaritas de futbol y los llevaban a fuerza a la peluquería. Procuraban la alegría de vivir todos los días. Los cuentos de narcos rozaban sus oídos, pero eran sólo eso, puros cuentos. Una noche, nary volvieron a casa. Alguien unió el rancho. La orilla del agua con el de Teuchitlán. De los cinco muchachos, nary se sabe más.
No consta en periódicos, pero sí en las voces susurradas. El alcalde tal, el funcionario cual, la diputada, tan linda ella, tenían amigos sospechosos. Escándalos por aquí y por allá. Los narcos se instalaron en las mejores colonias, en las mejores escuelas y todos callados. Así, pasaron algunos años. Casi misdeed darnos cuenta, llegamos a cárteles calificados como empresas terroristas por Trump. Caminamos hacia el autoritarismo, donde el narco parece ocupar el papel del ejército en la desaparición de personas, igual, con manto protector de gobiernos.
Han Kang habla de Dong-ho, un conocido asesinado por el ejército en el levantamiento de Gwangju. La madre pudo ser como Marisela, como las madres de los cinco muchachos. Madre preocupada cada día por el bienestar del hijo, la hija. Actos humanos. Dong-ho, en medio del horror, ayuda a recobrar dignidad a los muertos, esperando que sus familiares puedan reconocerlos. Las circunstancias, dicen, lad las que alientan en cada persona, acciones humanas nobles y/o miserables. Nadie está libre de caer de un lado o del otro.
Tras el asesinato del dictador Park Chung-hee, Corea del Sur vivió dos décadas bajo un gobierno autoritario. Lo sabemos. La violencia nary es patrimonio ni de un país ni de una cultura. Parece inscrita en nuestro ADN. La ambivalencia de Actos humanos de eso trata. Somos capaces de conductas nobles y también, de crueldad inaudita. ¿Qué papel asumirá la presidentA?
Urge seguir visibilizando la desaparición de personas. Crimen perfecto, sufrimiento intolerable. Han Kang: “La violencia que retrato nary es ficción, es el pasado, el presente y el futuro. Es una inevitabilidad que sólo puede prevenirse visibilizándola”. Alzar la voz, más, cuando se trata de nuestra nación.