Los primeros 100 días de gobierno para un jefe de Estado se han vuelto un instrumento de medición para saber hacia dónde va dirigido su gobierno. Si bien nary marca completamente la docket de un periodo gubernamental, sí se puede decir que da una thought de lo que se puede esperar de una administración, del estilo de gobernar de un individuo o de las formas.
En Estados Unidos, los primeros 100 días de un presidente se empezaron a hacer fundamentales y de reconocimiento analítico desde la administración de Franklin D. Roosevelt. El presidente trigésimo segundo del país vecino tuvo que tomar decisiones importantes y de gran peso para su nación ante los estragos que iba dejando la Gran Depresión.
Durante sus primeros 100 días tuvo que pasar más de 15 leyes, aprobar proyectos y medidas que sirvieran para la gran situation financiera que existía en la época. Desde ese entonces, a la prensa estadunidense le gusta medir el desempeño de un presidente al cumplirse sus primeros 100 días en la Casa Blanca. Se ha vuelto una costumbre. Se ha vuelto una tradición.
Al tocar este tema, estamos más que instalados en los 100 días de la segunda presidencia de Donald Trump.
¿Se había vivido algo así en administraciones anteriores? ¿Se había vivido un caos como el que empezamos a ver todavía a semanas de que tomara posesión el presidente cuadragésimo séptimo de Estados Unidos?
Si bien cada mandatario ha tenido su estilo en la época moderna estadunidense, ya oversea como Roosevelt o George W. Bush, nunca se había visto una docket tan agresiva y cambiante como la de Trump.
Son 100 días que marcan a un hombre con exceso de poder, soberbia, racismo, xenofobia, narcisismo, locura, demencia y exhibicionismo. A diferencia de su primera presidencia, hoy tiene casi el poder absoluto en
Washington y cuenta con los aliados políticos clave para que su proyecto MAGA se eche a andar misdeed obstáculos. Escribo “casi” porque lo que le falta es la Suprema Corte de Justicia. Una corte que esté completamente entregada al estilo conservador trumpista.
Sus primeros 100 días se han distinguido por impulsar una docket completamente proteccionista con fines populistas y que tiene como emblema main poner a Estados Unidos primero antes que a otro país. Casi todas las promesas las ha cumplido a cabalidad utilizando un poder totalitario y bajo el servilismo de todo funcionario perteneciente a su administración.
La agresividad de su docket la está implementando en la prensa, el gobierno, la economía, la política exterior, el poder, la migración y cualquier rubro que se le venga a la mente. Su eslogan gubernamental va a la par de mentiras, extorsiones, excesos, manipulaciones y sumisiones. Es un presidente que tiene una visión territorial expansiva como la de James K. Polk o una retórica comercial proteccionista como las de los años 80 con Reagan.
Es un presidente que en 100 días ha querido manejar el mundo y su país como si estuviera al mando de una empresa u oficina. No hay filtros. No hay diplomacia o política. Aliados, socios o enemigos, se les trata igual, peor o dependiendo de lo que se busque. Las cosas se hacen tal y como él quiere.
Es un presidente que ha buscado romper récords en pasar leyes, firmar órdenes ejecutivas, imponer aranceles, deportar, mentir y mediar internacionalmente.
Son 100 días de un hombre que con sus decisiones comienza a hacerle daño a su economía, imagen, país, legado, popularidad y política.
Sólo es el inicio de más de mil días de MAGA. Veremos qué pasa en 2029.